¿Para qué un programa de música para niños?

Cuando Music Together inició en 1987 en Nueva Jersey, los padres le dieron la bienvenida como simplemente una buena idea. ¿Cómo no les iba a encantar hacer música con sus hijos?

Music Together era divertido  – además de ser un acercamiento al aprendizaje musical con excelentes maestros y basado en bastantes investigaciones sobre el tema. El programa creció rápidamente, cada vez se daban más licencias para abrir centros de Music Together por todo Estados Unidos. Pronto otros programas comenzaron a aparecer también – no sólo de música sino también de baile, arte, movimiento y hasta de natación. ¡La era del enriquecimiento y estimulación temprana había llegado!

A mediados de los 90’s, comenzó a ser difícil para los padres decidir qué programa tenía más bases de educación bien fundamentadas, cuáles eran por simple entretenimiento de los niños y cuáles eran simplemente encantadores (como clases de cocina donde tu hija de tres años aprende a hacer malteadas). Hoy en día estos programas de estimulación para los pequeños se han proliferado hasta el punto de ser demasiado (aún más en Estados Unidos). Comenzaron a aparecer artículos en la prensa criticando el “síndrome del súper niño”, así como otros artículos criticando a todos los programas en general, sin remarcar las diferencias entre cada uno de ellos. Buenos, malos, o indiferentes, ¿por qué asistir a cualquiera de ellos? Después de todo, ¿por qué un bebé de cuatro meses podría necesitar una clase de música?

Es difícil culpar a un padre escéptico por preguntarse esto. Si “todos los niños son musicales”, tal como la filosofía de Music Together dice que son, ¿no todos los niños deberían en algún punto de su vida aprender a cantar aunque no asista a una clase? La respuesta es un rotundo “quizás”. La expresión musical en los humanos se desarrolla casi de la misma manera que la expresión a través del lenguaje. Los niños pueden nacer con la habilidad nata de aprender el lenguaje de su cultura, pero el lenguaje no surge espontáneamente. Es una habilidad compleja que se aprende y se necesita cierta estimulación para poder desarrollarla. Aunque el niño aprenda solito a hablar, solamente lo puede hacer en un ambiente rodeado del mismo lenguaje.

Es exactamente lo mismo con la música. Los niños requieren de un ambiente rico musicalmente para podernos dar cuenta  del potencial de su inteligencia musical. Algunos pueden debatir que no podríamos vivir en un ambiente más rodeado de música que el actual. La música está en todos lados: en el consultorio del doctor, en plazas, elevadores, en el carro, la TV y en los iPods. Sin embargo, este contacto con la música es meramente pasivo, de simple escucha, lo cual nos limita de todo el aprendizaje musical que podemos lograr.

Es verdad que la mayoría de nosotros llegamos a “saber” suficiente sobre música como para desarrollar el gusto por la misma. Conscientemente o no, entendemos bastante sobre la estructura de canciones, ritmos y melodía – tanto que la música de nuestra propia cultura “tiene sentido” para nosotros cuando la escuchamos, a diferencia de la de otras culturas. Nuestra inclinación a expresarnos musicalmente está bastante limitada y ni siquiera nos preguntamos el por qué. Podemos darnos cuenta que bailamos mal y nos sentimos incluso incómodos, o sabemos que cantamos completamente desentonados, y bueno, creemos que simplemente no nacimos con el talento.

El “talento” es un mito. Todos pensamos que es algo como un regalo mágico, pero es de hecho la expresión del potencial que se ha ido desarrollando hasta el punto de ser expertos, a través de la estimulación, dedicación, las ganas de hacerlo y la práctica. La desafortunada idea de pensar que solo los “talentosos” pueden hacer música, se ha convertido en un deporte de espectadores – pero uno tan raro que, a diferencia del futbol o el basquetbol, ni siquiera nos reunimos con amigos o vecinos para jugar. Quizás no todos queramos llegar a la excelencia musical, pero todos sí tenemos esa musicalidad nata. Todos nacemos con el potencial de cantar entonados, movernos correctamente a un ritmo y expresarnos a través de la música. Los humanos llevan haciendo esto por milenios.

Claro que ninguno de nosotros podemos recordar cómo era antes de que existiera la música pregrabada, en aquellos días cuando para poder escuchar música, uno tenía que hacerla. Así que realmente no podemos medir o comprender hasta qué punto hemos perdido nuestro lado brillante musical. Sin embargo, en Music Together, hemos tenido la experiencia directa con la capacidad general que una persona tiene para expresarse a través de la música. Vemos a niños pequeños florecer musicalmente estando en un ambiente diseñado para estimular, nutrir y mejorar la expresión musical activa. La combinación artística de actividades guiadas y de improvisación, procesos entre movimientos cortos y largos, y el juego con instrumentos – todos utilizando una rica variedad de estilos musicales, con variedad de tonos y compases – desarrolla en los niños una serie de comportamientos musicales que dejan a los padres fascinados. Nuestro trabajo con cientos y miles de familias a través de los años y por todo el mundo, nos ha enseñado que en un ambiente musical apropiado, estos increíbles comportamiento son de hecho normas: los bebés pueden balbucear en el mismo tono de una canción que sus padres estén cantando, los niños a partir de los dos años pueden ya improvisar canciones y muchos, a partir de los tres y cuatro años ya comienzan a cantar canciones completas y en el tono correcto.

Las personas escépticas – y sabemos que las hay – pueden seguir preguntándose por qué un programa de música es necesario. Si todo lo que un niño necesita es tener un contacto activo con la música y no pasivo, ¿por qué no puede un padre amoroso simplemente cantarle a su hijo en casa? El hecho es que muchos padres no tienen la confianza suficiente en ellos mismos como para dar el ejemplo y ser el rol musical en casa. Así que los padres aprecian, aprenden y confían en el soporte que obtienen de la música de Music Together, del libro de canciones y de las experiencias en clase. Los padres que son músicos aprenden a “tocar” música con sus hijos en lugar de tratar de enseñarlos e instruirlos formalmente. Y para todas las familias, Music Together les da algo que no es nada fácil de encontrar hoy en día en nuestra cultura: una comunidad de niños y padres haciendo música.

Es dentro de esta comunidad de hacedores de música donde la magia comienza. El “por qué” de la existencia de Music Together se puede apreciar en cada clase, mientras los pequeños y los adultos que los aman cantan, bailan y ríen juntos. Los humanos siempre han hecho música, en parte por el lazo especial que crece entre ellos y por otra parte, por el simple hecho de celebrar lo que significa ser humanos.

John Blacking, es un etnomusicólogo quien cree que el hacer música es un atributo fundamental y determinante de la raza humana, y lo explicó bien cuando dijo que “la función de la música es mejorar de alguna manera la calidad de las experiencias individuales y relaciones humanas”. Eso es exactamente lo que Music Together hace, al brindar una experiencia de mejora de vida para los niños pequeños y los adultos que los aman.

Susan Pujdak Hoffman, entrenadora certificada de Music Together.

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